jueves, 30 de julio de 2009

La locura y el amor


Mucho antes de que el hombre habitara la tierra, habitaban en ella
virtudes y pasiones. A pesar de las grandes diferencias que existían
entre unas y otras, siempre vivieron en armonía y, un día en el que
todas andaban aburridas a la Imaginación (que ya sabes como es) se le
ocurrió una idea:

- ¿Por qué no jugamos al escondite?

Todos se miraron sorprendidos...

- ¿Y quién se queda para contar? -preguntó la Duda.

- ¡Yo! ¡Yo!... -gritó la Locura, y empezó a contar... Pero del 5 pasaba
al 80, de ahí al 27, al 48, al 72 y así siguió hasta que finalmente
llegó al 100. Entonces grito: "¡Quién no se ha escondido tiempo ha
tenido!"

Y se habían escondido todos menos uno: el Amor . Corrió y corrió de un
lado a otro sin saber donde esconderse... Pero el Amor, tan indeciso
como siempre, no sabía qué hacer, hasta que al final se escondió tras
unos matorrales.

La Locura comenzó a buscarlos y los fue encontrando a todos: a la
Pereza, que estaba tirada a sus pies y ni siquiera se había molestado en
esconderse; a la Imaginación que como siempre, estaba en las nubes; a la
Inocencia, escondida detrás de sus propias manos; al Rencor, que se
enfadó cuando le encontraron; a la Esperanza que, ilusa, creía que nadie
podría encontrarla jamás; a la Generosidad, a la Avaricia, a la
Envidia...

Entonces ya sólo faltaba el amor, pero por más que la Locura buscaba y
buscaba no conseguía encontrarlo. Y pasaron días, y todos ayudaron a
buscarle... Pero por más que gritaron que saliera ya, que el juego había
terminado, el Amor no salió a su encuentro: y es que ya sabes que el
Amor no acude cuando le llamas, sino cuando él quiere.

Entonces la Envidia, tan envidiosa como siempre, se acercó a la Locura y
le susurró al oído:

- El Amor está escondido entre los matorrales

Y allá se fue la Locura en busca del Amor... Pero por más que miraba y
miraba no veía nada. Entonces metió la mano pero se pinchó con una
zarza: y es que ya sabes que a veces hacer que el amor salga duele. La
Locura, ya enfadada y cansada, cogió una trilla y comenzó a pinchar,
pero no encontraba nada... Hasta que oyó un grito: "¡Ay! ¡Ay!" Y salió
el amor con los ojos ensangrentados.

Todos lloraron desolados y se preguntaban qué sería ahora de ellos. La
Locura había dejado ciego al Amor y ésta, al ver lo que había hecho, le
pidió mil y mil perdones y dijo:

- No os preocupéis: a partir de hoy yo seré sus ojos.

Desde entonces ha llovido mucho, pero todavía hoy el Amor es ciego y la
Locura son sus ojos."

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